jueves, 2 de junio de 2011

Otelo (Shakespeare)

Toda una historia de intrigas, en donde parece que el principal personaje es Yago y el centro de la historia toda la estratagema que monta para hacer caer a Otelo.
Puede que al final Yago no termine con el desenlace que él hubiera querido, pero ciertamente su propósito de arruinar a Otelo se ve cumplido, arrastrando en el camino a muchos inocentes.
La obra es entretenida, con un argumento simple pero muy bien elaborado que nos hace estar pendientes de cada escena, en espera de conocer el desenlace de la obra, que no es del todo predecible.
Este podría ser un ejemplo de como una historia que es sencilla puede ser considerada una obra maestra, no por lo intrincado del argumento, sino por la excelencia de la caracterización de los personajes, la forma de relatar los hechos y claro, un desenlace no previsto.
Al final, no puedo dejar de ver a Otelo como un idiota, que cree en la palabra del que piensa su amigo antes que creer en la de la mujer que ama, que sacrificó todo por estar con él.
Tampoco puedo dejar de ver matices feministas y machistas en la conversación de Emilia y Desdémona. Diría que las palabras de Emilia al referirse al trato de los maridos no parecen corresponder a la época de la obra o del mismo autor.
  • Si ellos van a prodigar con otras el amor que es nuestro, o nos encierran en casa por ridículos celos, o nos golpean, o gastan malamente nuestra hacienda, ¿no hemos de enfurecernos también? Cierto que somos benignas de condición, pero capaces de ira. Y sepan los maridos que las mujeres tienen sentidos lo mismo que ellos, y ven, y tocan, y saborean, y saben distinguir lo dulce de lo amargo. Emilia
  • ¿Nosotras no tenemos también apetitos, pasiones y flaquezas? Conforme nos traten, así seremos. Emilia
  • El Señor me ampare, y haga que el mal trato de mi marido produzca en mí virtudes y no vicios. Desdémona